Siempre sostuve que la música no es una vocación, si no más bien una enfermedad, se tiene o no se tiene, se trae o no se trae, se sufre o no se sufre. Ya de chiquito me di cuenta de que yo era portador del mal de la música, ese curioso virus que te hace no querer otra cosa que tocar, estudiar, interpretar y componer música. Pero también desde chico me habita un hombre que desea una vida tranquila, plena y feliz, vida que solo se tiene siendo un ser anónimo y sin ambiciones. Grave dualidad, terrible dicotomía, no puedo ser feliz sin ser músico pero me pierdo de la otra felicidad. Esta canción intenta describir el mundo que me haría feliz si no fuera músico. Y en ella les pido a los presuntos dioses humildemente que me brinden dos vidas. Ahora pienso que como los dioses son gente muy artera, seguro que en la siguiente vida que me regalen también me van a meter el bichito de la música.
Esteban Klísich
Montevideo, setiembre de 2008
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Letra:
Si un día
vuelvo a nacer
yo seré guardabarreras
del cruce
más polvoriento
y perdido
que haya en la tierra.
Donde nunca
pare el tren
y haya un río
entre las piedras
cuatro casas
almacén
y ninguna carretera.
Buscándolo al pejerrey
compartiendo la botella
oyendo cantar al monte
quemaré una vida entera.
Voy a ser dueño del sol
inquilino de la siesta
y me querrá una mujer
y matearé en camiseta.
Y no habrá un atardecer
ni una estrella
que me pierda
si un día vuelvo a nacer
voy a abrazarme
a la tierra.
Donde nunca pare el tren
y haya un río
entre las piedras
voy a empezar otra vez
voy a cortar otra tela.
Buscándolo al pejerrey
compartiendo la botella
oyendo cantar al monte
quemaré una vida entera.
Voy a ser dueño del sol
inquilino de la siesta
y me querrá una mujer
y matearé en camiseta.
Si hay más vidas
quiero dos
más suerte
y otra cabeza.
(Letra y música: Esteban Klísich)
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